
Qué fácil resulta caer en la trampa de las denominadas «dietas milagrosas» esas que bajas muchísimo y luego subes el doble, ¿verdad?. Yo también lo sé porque a lo largo de mi vida he probado mil dietas para bajar de peso, he sufrido muchas veces el famoso «efecto rebote» que no ha hecho más que desmoralizarme y hacerme perder el tiempo a costa de mi salud.
El cambio para mí vino cuando comprendí y pude reconocer, con mucho dolor, que la comida tenía un poder que solo yo le había otorgado: el poder de compensar quién sabe cuantas emociones. He de confesarte que eso me hizo sentir débil y vulnerable, me afectó mucho reconocer que no era capaz de resistirme y dejar de comer lo que me hacía daño.
Por eso, decidí que mi relación con la comida iba a cambiar, y sabía que para conseguirlo tenía que modificar lo que estaba detrás de mi conducta. Precisamente eso, reconocerlo, entenderme y perdonarme fue el camino. El resultado fue que bajé 25 kilos de peso y lo que es mejor: todo a mi alrededor comenzó a cambiar.
Créeme, lo pasé bien, incluso fue divertido. Me siento mucho mejor ahora y estoy segura de que mi trayectoria podría ayudar a mucha gente. Por eso quiero compartir mis reflexiones, experiencias e inquietudes con todas aquellas personas que alguna vez. como yo, han dicho «Empiezo el lunes» y luego tiran la toalla. En definitiva, compartir mi propio camino contigo.
¡Tengo tantas cosas que contarte!